MI VOLUNTARIADO EN ÁFRICA

Para empezar, he de decir que éste es, sin duda, el blog que más me ha costado escribir por lo importante que ha sido esta experiencia y porque he querido escribirlo de la mejor manera posible y describiendo bien mis sentimientos.
El mes que he pasado en Camerún ha sido la mejor experiencia que vivido en mi vida, obviamente soy joven y me queda mucho por vivir, pero aún así creo que nunca se me va a olvidar todo lo que he vivido y sentido en ese lugar que a partir de ahora va a ser muy importante para mí.
Como ya he dicho, eramos un grupo de 12 alumnos mas dos profesores de mi colegio que fuimos juntos hasta Mbalmayo, el pueblo donde nos quedamos, para realizar unas viviendas para unos jóvenes que se quedarán a vivir allí una vez comiencen las clases en Septiembre. Ese era el proyecto principal por el que fuimos, pero sinceramente, ese proyecto es lo que menos ocupa en mis recuerdos de todo el viaje, ya que me quedo sobre todo con todos los momentos vividos, todas las emociones sentidas y todo lo que he aprendido, parecerá cursi, pero es verdad.
Por un lado estábamos nosotros, los que vinimos desde Tenerife, y los que para mi se convirtieron en mi familia allí y en los que tuve un gran apoyo, había de todo, amigos que siempre he tenido pero que en ese viaje me volví a unir, compañeros que siempre han estado conmigo en el curso pero con los que nunca me había llevado mucho y compañeros que vinieron los últimos años de instituto y que tampoco tenia una gran relación, además de los dos profesores, que nunca tuve la oportunidad de conocerles fuera de su ámbito profesional. Pero allí todos nos juntamos, formamos una pequeña familia en donde nos apoyábamos unos a otros, donde nos contábamos nuestras vidas y confiamos nuestras preocupaciones, creo que eso es de las mejores cosas que me llevo, mis compañeros, sobre todo los que más estuvieron conmigo y que supieron aguantarme, preocuparse por mi y hasta incluso consolarme (Lloré muchas veces en ese viaje, de alegría, de tristeza, de emoción, no se si porque allí todo se vive con más intensidad), a ellos les debo las gracias por hacer de está experiencia aún mejor de lo que podría ser.
Por otro lado estaban los voluntarios de allí, los camerunenses, en el que se podía encontrar una mezcla de todo, desde los más jóvenes que tenían nuestra edad, y eran chicos muy graciosos, con muchas ambiciones y pocas preocupaciones y que tenían muchísima vitalidad, además de unos cuerpos de escándalo (todo hay que decirlo), y luego estaban los mas mayores que se encargaban de dirigir un poco y enseñarles a los mas jóvenes. Su mentalidad es muy diferente a la nuestra debido a su cultura, y a pesar de tener unas ideas totalmente diferentes a las mías, saben respetar y tu también aprendes a respetarles y es así como les coges cariño. Son muy arraigados al cristianismo y celebran siempre por la mañana y por las tardes pequeñas ceremonias con cánticos suyos y lecturas, y he de decir que, a pesar de ser ateo, es uno de los recuerdos que también me llevo, porque ver su fe y como se vuelcan es muy bonito. Como dije, son muy variados y cada uno es un mundo totalmente diferente pero entre ellos se cuidan mucho y se preocupan por todo y te hacen sentirte uno mas de ellos y lo que más me llevo de ellos, a parte de la amistad de cada uno, es todo lo que me han enseñado sin ellos saberlo, su forma de ser y ver las cosas, aunque a veces te agobia un poco, te demuestra que se vive muy bien a su manera y que no hace falta mucho para disfrutar de todo. Ojala poder volver a verles algún día porque cada uno de ellos merece la pena y son personas con un gran corazón (Ellos fueron una de las muchas razones por las que lloré).
También me quedo con el paisaje de allí, sus ciudades, sus pueblos, su forma de vivir, sus casas construidas de la mejor forma posible con los materiales que puedan obtener, con los niños, sus miradas, sus sonrisas, su vitalidad y fuerza...
Me quedo con todos los buenos momentos que viví, como cuando me montaba en los taxis de allí (que eran motos bastante cutres e inestables en los que íbamos tres personas apretujadas en ellas y en donde le motorista iba abrigadisimo con chaquetas, gorros de lana y bufanda porque supuestamente hacía frío porque es temporada de lluvias, pero en verdad hacia 30º grados) y levantaba las manos y veía pasar el pueblo, sus callecitas y la selva; o cuando íbamos a algún bar de allí y nos pedíamos las cervezas (que eran gigantes) y todos hablamos de nuestras cosas y nos reíamos por las chorradas que se nos ocurrían; todas las veces que descansábamos en el porche con una alfombra de mimbre o algo por el estilo y todos nos juntábamos allí y hacíamos un tetris para que estuviéramos cómodos unos encimas de otros y nos echábamos las siestas; o cuando nos tocaba fregar y nos cabreaba mucho pero luego veías que incluso te lo pasabas bien; cuando tocaba día de la colada y toda tu ropa blanca por mucho que frotaras ( la lavábamos en un cubo y a mano) nunca volvería a ser blanca; cuando fuimos al orfanato y reconstruimos todo y los niños y las cuidadoras nos dieron las gracias por todo el trabajo y cuando les dimos los regalos y ver todas las caras de los niños contentos; o cuando en la obra descansábamos y nos quedábamos por ahí hablando e intentando alargar el tiempo de escaqueo; o la noche en la que después de un par de cervezas cada uno fue diciendo lo bueno de cada uno de nosotros (aquí también lloré); cuando nuestra profesora se tuvo que ir a Tenerife antes de lo previsto por un problema que tuvo y fue duro de llevar; por todas las coñas y risas que teníamos, y así podría estar muchísimo tiempo hablando y recordando, porque eso es lo que más voy a recordar siempre, todas las anécdotas y vivencias que tuve en este magnífico viaje
Repetiría la experiencia mil veces y se la recomiendo a todo el mundo.
GRACIAS Camerún por todo lo que me has enseñado.
Saludos.
-Marcos

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